Yo tuve que recurrir al divorcio como medio para salir de una vida de infierno que mi ex me proporcionaba. Pero no pude llevar una vida posterior de soledad. Me uní a otra mujer y llevo una vida ejemplar. He hecho lo que mi conciencia me ha dictado. Sin embargo, como católico, tengo que aceptar la suspensión de los sacramentos y a que se me tilde de pecador prácticamente irredento, en base al evangelio. Pero no estoy de acuerdo en los conceptos de usted sobre la misericordia divina, porque, en el juego de palabras de Usted, Dios me la da, pero yo le pongo barreras a la recepción con mis pecados. ¿Pues cuales barreras?
Lo que Usted trata de decir es que Dios no me puede perdonar de un pecado del que yo no estoy dispuesto a enmendarme ¿Es así? El pecado es el adulterio y así lo definió Jesús, pero él no condenó para siempre a los adúlteros después de definirlo. Tampoco puede usted ponerle límites a la misericordia divina para perdonarme ¿O sí?
Le pregunto a usted si no es un acto de soberbia el suyo el hecho de amenazar con un cisma a las disposiciones del Papa, por estas cuestiones. O tendremos que aceptar que la infabilidad del papa ya se la legó a Usted y a quienes piensan como Usted?
Por otra parte, habla Ud. de cismas en la Iglesia católica, por este particular, cuando en la Iglesia ortodoxa, prácticamente con la misma doctrina que la católica, aduciendo a la misma misericordia divina que usted niega que podamos recibir, se les da a sus feligreses la oportunidad de casarse después de divorcio y de seguir recibiendo los sacramentos. Como Ud. sabe, antes de Jesucristo, también se daba la oportunidad de divorciarse al pueblo de Jesús. Por si fuera poco, hay un condicionamiento en el evangelio de san Mateo a la prohibición de divorcio "salvo por fornicación".
Yo tengo hijos y, en mi condición de humano, no negaría el perdón a un hijo que me ofendió con una acción sin retorno, y más lo haría si comprendiera que la ofensa fue por un error involuntario.