Falacias de La revista de los jesuitas La Civiltà Cattolica
Ya vemos que los herejes del sínodo de Francisco están dispuesto a mentir con tal de que se aprueben las comuniones sacrílegas.
Por increíble que parezca, la revista de los jesuitas La Civiltà Cattolica, que no publica nada sin la censura de la Santa Sede, aportó lo suyo al Sínodo cuando presentó la curiosa tesis de que el Concilio de Trento había habilitado las segundas nupcias según las practican los ortodoxos.
DAMNATIO MEMORIÆ?
de E. Christian Brugger
El sacerdote jesuita Giancarlo Pani, profesor de Historia del Cristianismo en la Universidad de Roma "La Sapienza", ha publicado recientemente un ensayo en "La Civiltà Cattolica" titulado "Matrimonio y 'segundas nupcias' en el Concilio de Trento", con el que defiende la práctica matrimonial ortodoxa de la “oikonomia” según la cual los matrimonios fracasados pueden ser disueltos y los esposos tienen permiso para casarse de nuevo o, lo que sucede más a menudo, que "sus nuevos matrimonios sean declarados válidos" por la Iglesia "después de un periodo de penitencia". El autor claramente desea que esta "tolerante tradición" se abra paso en la Iglesia Católica.
Para poder ver realizada esta aspiración, él reivindica ni más ni menos la autoridad del Concilio de Trento, que según él aprobó implícitamente la práctica ortodoxa del divorcio en sus "canones de sacramento matrimonii".
Sus argumentaciones tienen dos fallos. Hago aquí una simple mención al primero y más serio. En su ensayo el autor no sólo asume, sino que afirma varias veces, que esta forma de divorcio y segundas nupcias no está en conflicto con la doctrina de la indisolubilidad, pero no presenta un razonamiento que apoye su afirmación. Dicha afirmación fue rechazada por Germain Grisez, John Finnis y William E. May hace veinte años en su crítica respuesta a los obispos alemanes Walter Kasper, Karl Lehman y Oskar Saier, que habían propuesto una solución para que los católicos divorciados y que se han vuelto a casar en Alemania pudieran acceder a la eucaristía.
El segundo problema concierne a la interpretación de Pani sobre el canon 7 de Trento sobre la indisolubilidad. Él sigue la afortunada interpretación del jesuita flamenco Piet Fransen (1913-1983) cuya reconstrucción, si bien ampliamente acogida, es gravemente defectuosa (1). El artículo de Pani resume bastante los acontecimientos de agosto de 1563, por lo que no es necesario repetirlos aquí. Pero hay una historia más amplia que exige algunas observaciones.
(...)
La fórmula irónica de Pani, "damnatio memoriae", es verdaderamente adecuada. Pero no son los actos, los secretarios, los cronistas o los comentaristas del Concilio los que imponen el silencio sobre la enseñanza de Trento. Se trata más bien de quienes en nombre de la "misericordia evangélica", quieren sustituir una verdad de fe con una "tolerante" fantasia.
panoramacatolico.info/articulo/trento-aprob-el…
Por increíble que parezca, la revista de los jesuitas La Civiltà Cattolica, que no publica nada sin la censura de la Santa Sede, aportó lo suyo al Sínodo cuando presentó la curiosa tesis de que el Concilio de Trento había habilitado las segundas nupcias según las practican los ortodoxos.
DAMNATIO MEMORIÆ?
de E. Christian Brugger
El sacerdote jesuita Giancarlo Pani, profesor de Historia del Cristianismo en la Universidad de Roma "La Sapienza", ha publicado recientemente un ensayo en "La Civiltà Cattolica" titulado "Matrimonio y 'segundas nupcias' en el Concilio de Trento", con el que defiende la práctica matrimonial ortodoxa de la “oikonomia” según la cual los matrimonios fracasados pueden ser disueltos y los esposos tienen permiso para casarse de nuevo o, lo que sucede más a menudo, que "sus nuevos matrimonios sean declarados válidos" por la Iglesia "después de un periodo de penitencia". El autor claramente desea que esta "tolerante tradición" se abra paso en la Iglesia Católica.
Para poder ver realizada esta aspiración, él reivindica ni más ni menos la autoridad del Concilio de Trento, que según él aprobó implícitamente la práctica ortodoxa del divorcio en sus "canones de sacramento matrimonii".
Sus argumentaciones tienen dos fallos. Hago aquí una simple mención al primero y más serio. En su ensayo el autor no sólo asume, sino que afirma varias veces, que esta forma de divorcio y segundas nupcias no está en conflicto con la doctrina de la indisolubilidad, pero no presenta un razonamiento que apoye su afirmación. Dicha afirmación fue rechazada por Germain Grisez, John Finnis y William E. May hace veinte años en su crítica respuesta a los obispos alemanes Walter Kasper, Karl Lehman y Oskar Saier, que habían propuesto una solución para que los católicos divorciados y que se han vuelto a casar en Alemania pudieran acceder a la eucaristía.
El segundo problema concierne a la interpretación de Pani sobre el canon 7 de Trento sobre la indisolubilidad. Él sigue la afortunada interpretación del jesuita flamenco Piet Fransen (1913-1983) cuya reconstrucción, si bien ampliamente acogida, es gravemente defectuosa (1). El artículo de Pani resume bastante los acontecimientos de agosto de 1563, por lo que no es necesario repetirlos aquí. Pero hay una historia más amplia que exige algunas observaciones.
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La fórmula irónica de Pani, "damnatio memoriae", es verdaderamente adecuada. Pero no son los actos, los secretarios, los cronistas o los comentaristas del Concilio los que imponen el silencio sobre la enseñanza de Trento. Se trata más bien de quienes en nombre de la "misericordia evangélica", quieren sustituir una verdad de fe con una "tolerante" fantasia.
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