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Serie P. José Rivera - Poemas

Serie P. José Rivera
Poemas

Resulta curioso, porque no suele suceder demasiadas veces, que un sacerdote destaque, además por la labor que hace en cumplimiento de su ministerio, por el hecho de escribir poemas. Pues en esto, también en esto, el P. José Rivera, nos sorprende con un libro en el que, desde su juventud, plasma en versos lo que siente su corazón de creyente.
En la Presentación de este libro de nos dice, Félix del Valle Carrasquilla, de forma muy atinada y que nos viene muy bien, y refiriéndose a la labor del poeta, así, en general, que “El poeta tiene que consagrarse a buscar las palabras con las que decirse, pues, a diferencia de la Palabra del Padre que es su Hijo, a él no le resultan evidentes y no las encuentra en sí mismo sólo con mirarse. No le bastan las palabras bonitas que produzcan rimas, que el poeta no pretende agradar los oídos sino aumentar la vida, perfeccionar el ser. Las palabras que él busca no se hallan en la superficie sonora, sino en las vísceras, por llamarlas así, de su existencia.” (1)
Y más adelante, ya referido a lo que le P. José Rivera expresa en sus poemas, que está “abierto a todos, capaz de ver en todo la huella divina, capaz de percibir en todo algo de la revelación de Dios”, porque así, exactamente así son los poemas de este sacerdote toledano.
Además, “son expresiones de esta visión sobrenatural y unificada. Se siente en disposición de hablar en sus poemas de cualquiera cosa hecha por Dios” (2).
Y, en lo que llama “Prólogo de urgencia”, el autor de los poemas, a la sazón, el P. José Rivera, nos dice que
“Una idea de doble filo, con su doble motivo, me ha impulsado a un quehacer tan alejado aparentemente de mis tareas cotidianas. Si reúno mis antiguas composiciones, no es por cierto por su calidad estética. ¡Ya conozco sobradamente la superlativa vileza poética de muchas de ellas! Es no más por el surtido de recuerdos que me proporciona. Y un recuerdo viviente, vivificante, para mis días actuales, que ofrecen no parva semejanza con aquellos. Me refiero a la inquietud intelectual, al hambre y la sed de conocimiento que no han podido apaciguar los treinta años más o menos transcurridos, más bien torrencialmente, sobre mí desde las primeras poesías.”
Por tanto, el P. José Rivera está en la seguridad de que sus composiciones poéticas no tiene calidad poética. Sin embargo, además de ser, esto, una realidad que no debe ser más que un ejercicio de humildad muy común en el sacerdote toledano, es la expresión de que, también para sus lectores (y no sólo para él, que los escribe) pueden ser fuente de riqueza espiritual y de gozo no pequeño.
El libro, por otra parte, como suele hacerse en este tipo de antologías, está dividido en partes que responden no sólo a periodos de tiempo (pues siempre pasa) sino a estados de ánimo o a sentimientos muy particulares del poeta que, también, nos sirven a los demás.
No se va a hacer comentario alguno de los poemas porque en la poesía, seguramente más que en otra forma de escribir, corresponde a quien lee que le diga, a su corazón, lo que quiera decirle lo escrito.
Digamos, eso sí, que el libro está dividido en los siguientes apartados:
Poemas de adolescencia
Poemas de ascensión
Poemas de la acacia y otros
Poemas de desarraigo

Así, de “Poemas de adolescencia” (1937-1942,) este poema (Poema I de la antología):
Recuerdo mi corazón,
Potro salvaje, sin freno,
Al galope por las sendas
Sin fin de mi sentimiento.
Corazón adolescente,
Siempre como mar revuelto,
Con tempestades de penas
Y huracanes de deseos!
Hoy mi corazón -él mismo?-
Es como un lago sereno,
Ya no le encrespan las penas,
Ya no soplan los anhelos;
No sé qué tiene que no
Hay olas en este espejo
Que refleja el luminoso
Azul dorado del cielo.
Mas recuerdo las palabras
Del que en la barca de Pedro,
Al mar ordena: “reposa”,
Y “enmudece” manda al viento.
De “Poemas de ascensión” (1945-1952), este poema traemos aquí (Poema X de la antología):

Cuántas veces, Señor, en tu presencia,
Hincados en la tierra los hinojos,
He creído que al fin iban mis ojos
Las culpas a llorar de mi existencia.
O a pregonar mis labios tu clemencia
Que sufre mi extravío sin enojos,
Y por sendas densísimas de abrojos
A llamarme te trae a penitencia.
Mas en silencio el alma se recoge,
El pasmo de tu amor la sobrecoge
La historia al recordar de tus ternuras;
Ni canto gracias, ni lamento agravios,
Que apenas pueden murmurar mis labios:
“¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?”.
Por otra parte, de “Poemas de la acacia y otros” (1969-1971), este otro (Poema XXXI de la antología):
Solitaria tarde,
Silencio perfecto;
Pensamiento erecto,
Corazón cobarde.
Todo yace quedo
En mi derredor;
Pero tengo miedo
¡De cualquier rumor!
Si un vuelo, si un paso
La tarde despierta,
Qué temor, que acaso
¡Llamen a mi puerta!
Si me desvanecen
Esta soledad
En que se me ofrecen
¡Amor y Verdad!
Gozo solitario
Mi recogimiento
En ti, santuario
De mi pensamiento.
Borrados los rastros
De antiguos fulgores:
De ideas, de astros,
De cantos, de flores…
Tan solo me resta
Tu celebración,
Jubilosa fiesta
¡De mi corazón!
Que cuando el acoso
Del mundo sufrí
Encontré reposo
Y alegría en ti.
Y, para terminar, por mucho que nos cueste hacer esto, de “Poemas de desarraigo” (1969-1973), el P. José Rivera dejó escrito éste (Poema XXXVIII de la antología):
Ya estoy desarraigado. Y en medio de la gente,
Que en necio torbellino se angustia y se fatiga
En el gesto excesivo o en la mínima intriga
Yo camino ligero, ya casi todo ausente.
Y cuando cese un día, definitivamente,
El mandato divino que a la tierra me liga,
No arrullará mi muerte ninguna voz amiga,
No cerrarán mis ojos, no besarán mi frente.
Solitario camino, ágil, libre, jocundo,
Abiertos a mis ojos senderos de otro mundo,
Cubriendo mi vereda del Señor al Señor.
Y cuando solitario mi hombre carnal sucumba
Acaso ni siquiera me den los hombres tumba,
¡Mas gozará mi espíritu la Verdad del Amor!
Sí recomendamos, como siempre lo hacemos, hacerse con el libro de una forma muy sencilla: en la página web dedicada al P. José Rivera Ramírez (www.jose-rivera.org), en el apartado “Escritos” se encuentran sus libros y, entre ellos, éste.
Seguro que no se arrepentirán, para nada, de hacer tan fácil gesto.
NOTAS
(1) Poemas (P). Presentación. 2- La búsqueda de las palabras, p. 6
(2) P. Presentación. 5. Sus poesías, p. 8

Eleuterio Fernández Guzmán